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Archive for April 1, 2011

barbie as patrick bateman

mariel clayton, a photographer with a subversive sense of humor, cleverly portrays barbie as a psychotic narcissist… a la american psycho. these are funny, and kind of the opposite of cindy sherman’s series of women in vulnerable settings.

https://i0.wp.com/www.designboom.com/cms/images/erica/-----barbie/barbie03.jpg

https://i0.wp.com/www.glamkiller.com/wp-content/gallery/barbie-dolls/barbie-mariel_clayton-26.jpg
“group shot everyone! i want a picture for the website!”

 


¿Por qué se nos pegan los dedos a un objeto helado?

Cubo de hielo y un dedo

Tras los artículos del otro día donde se explicaba ¿Cómo se genera la escarcha?¿Por qué sentimos algunos materiales más frios que otros? un compañero me preguntó por qué a veces, cuando tocamos un cubo de hielo, nos quedamos pegados a él.

Lo primero que debemos tener en mente, es la relación que existe entre la temperatura de una habitación y la cantidad de humedad que hay en ella. Es decir, el aire que respiramos normalmente posee una cierta cantidad de vapor de agua por cada kilogramo. Esta cantidad es proporcional a la temperatura. Así, a mayor temperatura, mayor cantidad de vapor de agua. Por eso en algunas regiones donde hace mucho calor, existe una gran humedad. Por ejemplo el Amazonas posee una humedad media relativa mensual que varía entre un 70-90%.

Por otro lado, hay que saber que nuestra piel posee una temperatura más elevada que la del cubito de hielo y que debido a la sudoración (secreción de sudor), sobre nuestra piel existe una fina capa de agua y vapor de agua. Al entrar en contacto con el hielo, que procede de un congelador a una temperatura de -20 ºC y un clima muy seco, se produce un intercambio de calor desde nuestra piel hasta el cubito de hielo.

Debido a este intercambio, el vapor de agua de nuestra piel absorberá la temperatura del hielo y se congelará instantáneamente. Si en ese mismo instante separamos los dedos, notaremos cómo nos hemos quedado pegado a él. En caso contrario, si permanecemos en contacto con la superficie helada, nuestro cuerpo empezará a transmitir calor, y el cubito de hielo empezará a derretirse. Es por ello por lo que cuando cogemos un cubito con la mano, éste comienza a derretirse y al momento tenemos la mano llena de agua.

Sin embargo, si la temperatura del exterior es muy baja, nuestro cuerpo será incapaz de derretir esta fina película de agua congelada que nos une a la superficie, y seremos incapaces de despegarnos.

Un caso curioso es el del frigorífico. ¿Por qué aparecen esos bloques de hielo en las paredes? Si hemos dicho que en un ambiente frío, la humedad es baja, ¿de dónde viene este agua congelada? Se debe al aire exterior, que si posee humedad, y que se queda dentro cuando abrimos y cerramos el congelador.

 


Cagadas V: La lengua del gallego en la morada militar

Era mi segundo paso por Argentina y aún sufría con la diferencia en tono y acento. Quisieron el destino y los amigos que acabara impartiendo conferencias en el evento de Segu-info, en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad de La Plata, que me entrevistaran para el diario Clarín, y que diera una charla en la Escuela del Ejercito en Buenos Aires…. Y es ahí donde la pifié con una buena cagada. 

La historia la he contado muchas veces entre cervezas y aventuras, y forma parte ya de esos momentos que cargo en la mochila de viajero, y que me llevaré conmigo el día que cierre este blog, me corte el pelo y desaparezca tras tirar la bomba ninja.

El escenario era precioso, la Escuela del Ejército, y allí andaba yo, haciendo el gamba delante de soldados, tenientes, capitanes y comandantes enseñando mil y una pifias de esas que hacía yo en directo cuando no era delito. Alcanzado un instante de la presentación me encontré con la necesidad de arrancar una herramienta que me había estado dando guerra.

Momento de la presentación de mi charla
Mientras que la maldita utilidad arrancaba, y cruzando los dedos para que no me fallara la demo, decidí darles más información por si aquello acababa mal. Ya sabéis lo mal que se pasa en ese momento en el que dices que va a suceder una cosa y … sucede otra. Así que intervine con una “excusatio non petita”:

“Bueno, disculpadme ahora, que voy a ejecutar una herramienta que no va muy allá, y puede que la computadora me dé un pete”.

Si eres argentino ya te podrás imaginar la reacción de los soldados al unísono en el auditorio. Todos se mearon de la risa a voz en cuello. Yo los miré sorprendido, con cara de besugo simpático. “Les ha hecho gracia”, pensé.“Será por el acento, digo yo”.

Lo cierto es que uno de ellos, manteniendo la seriedad con un sufrido gesto de estar a punto de reventarse de risa, dijo con el más solemne de los tonos que consiguió fabricar desde su garganta:

“Chema, si la computadora le da a vos un pete yo se la compro”

Al más puro estilo de coro de Opera profesional, todos rompieron en una sonora carcajada. Por supuesto, el interlocutor perdió el último ápice de seriedad que había sido capaz de fabricar para el momento de la intervención y yo me quedé, como os podéis imaginar, totalmente perplejo.

Pasado el momento, como buen “gallego” que soy, consideraron que necesitaba una explicación, así que, cuando fui invitado a tomar un café en el despacho del mandamás, tuvieron a bien narrarme que en Argentina, el término “pete”, tiene una acepción no utilizada para nada en las tierras de la madre que parió a Don Alonso Quijano.

La acepción que tiene tan singular palabro en las tierras de la Hispania, es que algo se rompe. Si algo da un pete, es que estira la lengua, se parte, revienta, muere ….. mientras que allá, en el cono sur, en la tierra de los alfajores y el coger con nocturnidad y alevosía, significa “Hacer una mamada”.

Con el tiempo he aprendido que en Argentina, 6 de cada 10 palabras tienen que ver con el sexo… ¡tierra de locos!

Saludos Malignos!

PD: Por si no lo sabés, de este tipo de cagadas ya he contado muchas en el blog: Cagadas IIIotra vez II -, IIIIV y la serie de Hablar con Periodistas.


Buceando entre neumáticos… o entre bolas negras

¿Qué os parece bucear entre neumáticos? A principios de 1970 se arrojaron sobre las costas de Fort Lauderdale, en Florida, alrededor de dos millones de neumáticos con el propósito de crear un arrecife.

La creación de arrecifes artificiales es un recurso bastante frecuente empleado para regenerar la vida submarina. Normalmente se usan bloques de hormigón o estructuras de acero, incluso barcos fuera de circulación que se hunden expresamente. U otras cosas similares, como sucede en Nueva Jersey, que desde 1990 está arrojando vagones de metro frente a la costa.

Pero en Fort Lauderdale debía de haber un excedente de ruedas y optaron por darles un uso ecológico. El proyecto, sin embargo, salió rana: no se puede obligar a la naturaleza a comulgar con ruedas de molino (o de caucho, para ser más precisos). Así que, en vez de promover la vida marina, el invento la está destruyendo, pues el oleaje de las tormentas provoca que los neumáticos actúen como proyectiles que arrasan con violencia los arrecifes naturales.

 

Las corrientes también arrastran muchos de los neumáticos hasta la playa, con lo cual a veces es difícil encontrar un hueco libre para tumbarse a tomar el sol entre tanta rueda: a no ser que decidáis usar una como improvisada butaca o seáis un hermano gemelo del muñeco de Michelín. Si os animáis a enchufaros el snorkel, sumergíos en esta curiosa playa y contemplaréis 15 hectáreas de fondo oceánico cubierto rosquillas neumáticas, una jungla de caucho.

Este experimento fallido me recuerda a uno mucho más reciente, en el cual, en vez de arrojar neumáticos, se arrojaron 400.000 bolas negras de plástico sobre las aguas del embalse Ivanhoe, que abastece de agua potable a más de medio millón de habitantes del sur de Los Ángeles.

Esta suerte de gigantesca piscina de bolas, propio de un chiqui-park, tenía como propósito el proteger el lago de la luz del sol, cuya incidencia había originado la aparición de sustancias contaminantes, concretamente bromato, una sustancia cancerígena que se produce cuando el bromuro y el cloro entran en contacto con la luz solar. Ahora las bolas forman una mancha negra que recuerda al chapapote de las playas de Galicia y funcionan como esos parasoles de cartón que ponemos en las lunas traseras y delanteras del coche para evitar que el interior se parezca a una sauna turca. Es decir, reflejan la luz solar.

Las bolas fueron arrojadas sincronizadamente por un puñado de trabajadores que portaban sendos bolsones de nylon de 2.000 bolas cada uno.

Vía | El baúl de Josete