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El castillo de fantasía de Ferdinand Cheval by alpoma

Hace algunos años alcanzó la fama un vecino de Mejorada del Campo, en Madrid, gracias a un anuncio de televisión sobre cierto refresco. Se trata de Justo Gallego Martínez, que lleva medio siglo construyendo con sus propias manos toda una categral diseñada por él mismo. Es uno de los casos más conocidos de los que se llama arte marginal o de lo que Juan Antonio Ramírez llamó escultecturas margivagantes.

Pero, si hubiera que buscar un ejemplo clásico de ese tipo de construcciones autodidactas, sin duda habrá que acudir a un cartero francés que vivió entre 1836 y 1924. Atendía al nombre de Ferdinand Cheval y, salvo por ciertos toques de originalidad, o más bien de extravagancia, no parecía destinado a crear nada sorprendente hasta que un día tropezó con una extraña piedra. Bien, lo más seguro es que se trataba de una piedra corriente, pero por alguna razón a Ferdinand le llamó poderosamente la atención. Al día siguiente decidió recoger otra piedra, luego otra y, más tarde, todo un montón de piedras en el mismo lugar. Y, así, como si fuera la cosa más normal del mundo, durante más de tres décadas el cartero aprovechó su ruta diaria para ir recogiendo piedras del camino.

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Palais idéal. Fuente: Postman Cheval’s Ideal Palace.

Con el paso del tiempo, sobre todo por las noches, levantó con las piedras una especie de muralla para cierto castillo que habitaba en su imaginación. Posteriormente elevó una torre y decenas de estructuras aledañas consinuosas formas inspiradas en el arte hindú. El cartero quiso que fuera enterrado en su castillo, construido piedra a piedra con sus propias manos, pero le negaron el permiso para ello, por lo que sus años finales los pasó creando una especie de réplica más pequeña de su castillo en el cementerio del pueblo a modo de mausoleo.

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Palais idéal. Fuente: Postman Cheval’s Ideal Palace.

El cartero falleció y poca gente hizo caso de ello, a fin de cuentas le trataban como si fuera un bobo, las burlas eran comunes pero no parecían hacerle daño alguno. El castillo quedó ahí, esperando, sin llamar la atención hasta que algunos artistas célebres como Picasso sintieron atracción hacia sus extrañas formas. A finales de los años sesenta del siglo pasado el castillo de Ferdinand Cheval, o Palais idéal, fue declarado monumento histórico por las autoridades francesas. El castillo, que puede visitarse en Hauterives, departamento del Drôme en la región de Rhône-Alpes, ha quedado como ejemplo palmario de la “locura” creativa de un hombre solitario que, simplemente, quiso dar forma a un sueño sin atender a las risas ni a las burlas de sus contemporáneos.

Vía Professor Elliot.

 

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Por una pizca de arsénico by alpoma

test_marshÉrase una vez una chica llamada Marie-Fortunée Capelle, más conocida en las páginas de la historia como Marie Lafarge, por su apellido de casada. Nacida en Francia allá por el año 1816, es recordada por ser la protagonista de uno de los primeros casos de supuesto asesinato en el que la toxicología determinó el veredicto final del juicio, que tuvo lugar en 1840. El asunto tuvo tanto eco que los periódicos de medio mundo siguieron su desarrollo con pasión y, en muchas ocaciones, posicionándose a favor o en contra de la acusada, con mucha carga política entre medias.

Marie era hija de un oficial de artillería, que falleció cuando era una niña. Algunos años más tarde también falleció su madre, por lo que, con dieciocho años cumplidos fue a caer bajo la tutela de una tía materna, muy bien relacionada y casada con un alto cargo del Banco de Francia. No era mal lugar para una huérfana, pero al parecer las dos mujeres chocaban constantemente. Se le ofreció a Marie una educación esmerada, típica para la época, ideal para una “señorita bien”. Debido a la posición de sus tíos, sus amigas pertenecían a familias aristocráticasy se esperaba que se comportara como tal. Algo debió salir mal, porque en su cabecita comenzó a nacer todo unpeligroso delirio de grandeza. Como sus amigas iban cayendo una detrás de otra en matrimonios de cuento de hadas, con grandes nobles de Europa y millonarios, ella también soñaba con lo mismo. Pero su tía, a pesar de nadar en la abundancia, no ofrecía una dote espectacular por su futuro casamiento. Sin duda, eso fue considerado por Marie como toda una afrenta, más que nada porque sus sueños de princesa se veían mermados. El tiempo pasaba y ningún pretendiente se acercaba a ella. El príncipe azul no aparecía por lo que, cumplidos los veintitrés, años un familiar suyo fue encargado de buscarle un marido de buena cuna. Con agencia matrimonial por el medio, se eligió al pretendiente sin que Marie supiera nada. En esa época, una chica de buena posición, aunque fuera una segundona, debía casarse pronto. Con veintitrés años estaba ya cerca entrar en una edad en la que sería poco apetecible, y sin un gran patrimonio detrás, sería complicado que se casara. Se pactó la boda con un chaval de veintiocho años llamado Charles Lafarge. Parece que al principio la idea de tal matrimonio no disgustó a Marie, a fin de cuentas se decía que Charles era propietario de un gran palacio que había sido anteriormente un monasterio, así como dueño de muchas otras propiedades. ¡Por fin podría codearse con sus amigas en igualdad de condiciones! Sí, ese era su gran sueño, la pena es que el cuento de hadas se convirtió en pesadilla muy pronto.

La boda tuvo lugar en 1839, marchando la feliz pareja a vivir a la gran propiedad de Charles, abandonando Marie su querida París. Bien, el tal Charles no parecía gran cosa, un tipo grande y un poco tosco pero, al parecer, bienintencionado. No sé que imaginaba Marie, pero lo que se encontró no debió hacerle mucha gracia. El castillo principesco, o el suntuoso palacio, no era más que un viejo caserón rodeado de ratas que estaba siendo reformado para convertir una vieja cartuja en un lugar más o menos adecuado para vivir. Sí, había fincas allí, pero eran penosas y, para colmo, el negocio de fundición de Charles no daba más que problemas. Se había esforzado durante años para conseguir una industria próspera, pero no tenía más que deudas. La reacción de Marie al ver aquello fue terrorífica. Sus sueños de grandeza estallaron en apenas unos minutos en medio de un paisaje oscuro que nada tenía que ver con príncipes y tesoros. Amenazó con suicidarse, se sentía traicionada por su familia que, por fin, parecía haberse librado de su molesta presencia. Los ataques de ira asustaban a su marido que, intentando arreglar el problema, prometió no tocarla hasta que consiguiera dinero para levantar aquella ruina.

Lo que siguió fue toda una representación digna de una tragicomedia. El matrimonio aparentaba en público ser el más feliz del mundo, pero en privado Marie no se acercaba a Charles. Llegaban cartas de Marie a sus amigas informando de lo dichosa que se sentía en su gran mansión. Poco antes de partir Charles a París para un viaje de negocios, Marie obligó a su marido a firmar un testamento en el que ella era considerada heredera de todas las propiedades. Curiosamente, algo debió imaginar Charles, pues casi al mismo tiempo, y a espaldas de su mujer, dio por válido otro testamente en el que su madre aparecía en primer término como heredera.

Aquella firma convirtió a Marie en una apasionada amante… en la distancia, claro. Mientras su marido estaba en París, le envió ardorosas cartas y algunos dulces. No le sentaron muy bien, pues enfermó repentinamente. Los síntomas eran similares a los del cólera. De regreso a sus propiedades, Charles parecía haber mejorado un poco. Sin embargo, al poco, volvió a enfermar. Varios médicos le trataron y todos llegaron a la conclusión de que padecía cólera. Lo más curioso era la forma de actuar de Marie, siempre atenta con Charles, ofreciendo comida a su marido continuamente. Una comida en la que, en ocasiones, se observaban sospechosos “posos blancos”. Por esos días había encargado Marie la compra de arsénico para matar ratas, así que dos y dos son cuatro. Algunos familiares de Charles sospecharon y un médico, finalmente, trató a Charles con minucionsidad hasta dar con una conclusión aterradora: estaba siendo envenenado. Lo más sorprendente era ver a Marie cada día más radiante, casi alegre, mientras Charles iba cayendo poco a poco en las garras de la muerte. Ya no había remedio, al poco Charles falleció y Marie fue acusada de asesinato.

Fueron analizadas varias muestras de comida procedentes de la cocina y, aunque se encontraron rastros de arsénico, no parecía suficiente prueba como para cerrar el caso. El juicio fue seguido con pasión en gran parte de Europa. Marie, poco antes de ser acusada, había acudido con rapidez a comprobar el testamento. No me imagino la cara que debió poner al ver que la jugada no había salido nada bien. La estampa de la pobre Marie en el juicio era muy teatral, vestida de negro, mostrando continuamente pesar por la suerte de su marido. Despertó la compasión de muchos y la opinión pública se dividió prácticamente en dos partes iguales. En un primer análisis del cadáver, varios químicos y boticarios afirmaron haber encontrado rastros de arsénico. Pero las pruebas que empleaban eran toscas y anticuadas, la cosa no estaba nada clara.

De repente, entró en acción el abogado de la defensa. Afirmó que un gran científico español se hallaba esos días dando una serie de conferencias en París y que debía ser llamado para ayudar a Marie en su defensa. El científico no era otro que el gran Mateo Orfila, el padre de la toxicología moderna (véase este artículo biográfico sobre Orfila en TecOb). El juez permitió que se exhumara el cuerpo de Charles para la toma de nuevas muestras, pero no pidió la presencia de Orfila, sino que dejó en manos de los mismos químicos y boticarios que habían realizado la primera prueba la ejecución de la segunda, para salir de dudas. Sorprendentemente, la prueba resultó negativa. ¡Marie respiraba aliviada! Estaba a punto de ser libre.

La prueba en cuestión era el test de arsénico ideado por el químico británico James Marsh. Aquella prueba era, y es, una maravilla de la química analítica. Permitía detectar trazas minúsculas de arsénico en cualquier muestra, pero tenía un grave problema, a saber, para su realización se necesitaba el auxilio de alguien muy experimentado y cuidadoso. Con aquel panorama todo estaba borroso, parecía que el cuerpo no mostraba indicios de presencia de arsénico, pero en los análisis de los alimentos que Marie preparaba para su marido sí aparecía, y además en grandes cantidades. La defensa esperaba que entre tanto lío de pruebas y contrapruebas todo terminara con una duda razonable de inocencia.

Nada de eso, el fiscal también había leído varias obras de Orfila y decidió que, sin nada que perder, lo mejor era resolver las dudas llamando al mejor para realizar los análisis de manera precisa y sin duda posible. La defensa, claro está, no se negó, a fin de cuenta había sido el abogado defensor quien había sacado a la palestra a Orfila. Y, he aqui que, ante la sorpresa de todos, el propio Orfila invitó a las personas que habían realizado los anteriores ensayos a que fueran testigos de su análisis. Los minuciosos procedimientos de Orfila dejaron con la boca abierta a sus colegas, que no dudaron en afirmar que el análisis había sido impecable. Orfila aisló las muestras, de tal forma que cualquier contaminación exterior quedaba anulada. Realizado el test de Marsh, el resultado no ofreció duda: sí, aparecía arsénico en el cuerpo, indudablemente Charles había sido envenenado.

De poco le sirvió a Marie todo el juego de seducción que desplegó ante los medios. Muchos periódicos dudaban de la química, de los análisis y de cualquier cosa, preferían creer en la inocencia de la dulce Marie. No sirvió de nada, fue declarada culpable. Marie fue condenada a cadena perpetua, pena que cumplió durante años, en los que escribió una autobiografía, hasta que, en 1852 fue indultada al estar enferma de tuberculosis, muriendo al poco tiempo.

Documentos de interés sobre el Caso Lafarge:

 

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Los buscadores de genomas persiguen el ADN marciano by J.A. Llorente Lomikovsky

Artículo publicado por Antonio Regalado el 18 de octubre de 2012 en Technology Review 

Dos destacados empresarios afirman que quieren llevar una secuenciadora de ADN a la superficie de Marte para intentar demostrar la existencia de vida extraterrestre.

En lo que podría llegar a ser una carrera por descubrir el primer genoma extraterrestre, el investigador J. Craig Venter afirmó el pasado martes que su Instituto de Educación Maryland (Maryland Academic Institute) y su compañía Synthetic Genomics, desarrollarán una máquina capaz de secuenciar y retornar datos de ADN desde el planeta.

Marte © by USDAgov

Por otra parte, Jonathan Rothberg, fundador de Ion Torrent, una empresa dedicada a la secuenciación de ADN, está trabajando para intentar adaptar su ‘Máquina Personal Genómica’ para que pueda hacer el mismo trabajo.

“Queremos asegurarnos de que un ‘Ion Torrent’ viaje a Marte”, comentaba Rothberg a la revista Technology Review.

A pesar de que ninguno de estos equipos tiene todavía un puesto asegurado en un cohete con destino a Marte, sus planes reflejan la convicción de que la forma más sencilla de demostrar que hay vida en Marte es enviar una máquina secuenciadora de ADN.

“Allí habrá formas de vida con ADN”, predecía Venter el pasado martes en Nueva York, en una charla en la Wired Health Conference.

Venter afirmó que los investigadores que trabajan con él ya han iniciado pruebas en un entorno similar a Marte en el desierto de Mojave. Su objetivo, indica, es conseguir una máquina que de forma autónoma pueda aislar y recoger microbios del terreno, secuenciar su ADN, y transmitir esta información a un ordenador remoto, tal como se necesitaría en una misión no tripulada a Marte. Heather Kowalski, la portavoz de Venter, confirmaba la existencia del proyecto pero indicaba que el prototipo no era todavía autónomo al 100%.

Mientras, la ‘Máquina Personal Genómica’ de Rothberg está siendo adaptada a las condiciones marcianas como parte del proyecto financiado por la NASA en Harvard y MIT (Massachusetts Institute of Technology), denominado SET-G (‘búsqueda de genomas extaterrestres’).

Christopher Carr, científico investigador involucrado en el proyecto, afirma que su laboratorio está trabajando para reducir la máquina de Ion Torrent desde los 30 kilogramos actuales hasta los tres kilogramos, y que así pueda caber en un róver de la NASA. Otros tests, ya llevados a cabo, han confirmado lo bien que el dispositivo puede soportar la elevada radiación que se encontraría en su viaje hacia Marte.

La NASA, cuyo róver Curiosity aterrizó en Marte en agosto, no enviará otra misión de un róver al planeta antes del 2018 y no hay garantías de que vaya a bordo un dispositivo de secuenciación de ADN. “Lo más complicado de llegar a Marte es cumplir con las especificaciones de la NASA”, afirma George Church, investigador de la Universidad de Harvard y miembro destacado del equipo SET-G. “Venter no está por delante de nadie”.

Muchos científicos están presionando a la NASA para lo que se conoce como una misión de “recogida de muestras” (una misión de ida y vuelta, trayendo tierra y rocas para su análisis). Sin embargo, llevar una máquina secuenciadora de ADN a Marte podría ser una mejor opción para la búsqueda de vida.

“La razón de transportar un dispositivo hasta Marte y no traer de vuelta la muestra es por la contaminación. Nadie te creería”, confirma Tessi Kanavarioti, químico que llevó a cabo un pionero trabajo teórico sobre biología marciana y formó parte de los estudios de las muestras de roca traídas de la luna en la década de 1970. Las máquinas secuenciadoras son tan sensibles que si un solo germen terrestre aterrizase en la muestra proveniente de Marte, podría arruinar todo el experimento.

“Esto solo funcionará si el ADN de Marte es exactamente igual en su estructura fundamental que en la Tierra”, afirma Steven Benner, presidente de la Fundación para la Evolución Molecular Aplicada (Foundation for Applied Molecular Evolution) en Gainesville, Florida. Se muestra escéptico con que este sea el caso: “Es muy poco probable que el ADN terrestre sea la única estructura posible para soportar la evolución Darwiniana”.

“Descubrir y secuenciar vida extraterrestre sería un logro científico inmenso. La secuenciación podría revelar si la vida evolucionó de forma similar en la Tierra y Marte, o quizá, se transfirió de un planeta a otro. Durante toda la serie de colisiones espaciales masivas que se produjeron hace cuatro mil millones de años, los dos cuerpos intercambiaron alrededor de mil millones de toneladas de roca y detritos”.

Hasta el momento, los investigadores de la NASA han estado buscando restos de agua en Marte (un requisito imprescindible para la vida tal como la conocemos), así como indicios indirectos de que la vida haya existido allí eones atrás. Teniendo en cuenta que las moléculas de ADN no sobreviven más allá de un millón de años, incluso en la Tierra, nadie que envíe una secuenciadora de ADN a Marte puede pensar en encontrar ahora microorganismos vivos.

“El enfoque actual de la NASA es la búsqueda de vida pasada. Mucha gente es reticente a hablar de posible vida existente en estos momentos”, afirma Carr. “Estamos corriendo riesgos, pero queremos dar ese salto”.

La vida, probablemente, no pueda sobrevivir a la radiación en la superficie marciana, pero podría existir a un metro o más bajo tierra, donde se encontraría protegida. En la Tierra, por ejemplo, se pueden encontrar microorganismos vivos a varios kilómetros bajo tierra.

Carr entiende el envío de una secuenciadora de ADN a Marte como un experimento de “alto riesgo y elevados beneficios”. Podría no encontrarse nada, pero si se descubriese ADN, esta sería una prueba casi irrefutable de la existencia de vida extraterrestre.

Las pocas opciones de conseguirlo se pueden atribuir a Venter y Rothberg, dos de los pincipales empresarios del sector biotecnológico. Hace una década, Venter provocó más de un dolor de estómago a investigadores docentes con sus intentos por secuenciar el genoma humano con fondos privados. Rothberg, también una celebridad en los medios de comunicación, se ha dado a conocer por secuenciar el ADN de personalidades como James Watson, así como el de los neandertales.

“Queremos dejar nuestro nombre ahí fuera”, afirma Rothberg. “(Marte) Es una oportunidad para toda la comunidad, pero pensamos que nuestra tecnología es más rápida, y también mejor”.

En una comunicación por correo electrónico enviado por la portavoz de Venter, esta desmintió que hubiese ninguna competición para descubrir en primer lugar ADN extraterrestre. “Yo no diría que hay una carrera”, indicaba. “Sí, la idea es que lo haremos, pero eso no implica que no haya otros que también puedan hacerlo”.

Venter también dijo que podría ser viable en un futuro reconstruir organismos marcianos en un laboratorio superseguro desde la Tierra, usando solo su secuencia de ADN. La idea sería utilizar la información del ADN para reconstruir sus genomas y a partir de aquí inyectarlos en una célula artificial o similar. Es una idea que el ha bautizado como el “teleportador biológico”.

La gente está preocupada por un posible fenómeno tipo “Andromeda Strain (La amenaza de Andrómeda)” afirma Venter. “Podemos reconstruir a los marcianos en un laboratorio espacial P-4 en lugar de dejar que aterricen sobre el océano”.


Autor: Antonio Regalado
Fecha Original: 18 de octubre de 2012
Enlace Original 

 

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De Joseph Priestley a John B. Spark, dos visiones del tiempo y el espacio by alpoma

La forma de entender el mundo en diversas culturas tiene mucho que ver con cómo se representa el tiempo y el espacio de forma visual. Naturalmente, esas formas de crear representaciones de la realidad son muy diversas y han cambiado a lo largo del tiempo, por lo que a alguien acostrumbrado a uno de esos “tipos de realidad” le puede resultar muy complicado comprender otro diferente, aunque a nosotros nos parezca lo más normal del mundo. Sucede por ejemplo con la estructura narrativa de los cómics, a los que estamos tan acostumbrados en occidente, pero que resultan extraños en muchas culturas. Cuando se crea una representación del mundo que alcanza mucha popularidad, la importancia que llega a tener en muchos ámbitos es tal que se suele identificar a la propia representación con el objeto representado. Ejemplos así pueden encontrarse por doquier, como por es el caso de la célebre proyección de Mercator o en las coordenadas cartesianas.

Durante mucho tiempo, e incluso hoy día, la huella que dejó la forma de representar la historia por parte de Joseph Priestley  ha sido profunda. Priestley, que vivió entre 1773 y 1804, es recordado por ser codescubridor del oxígeno, por sus obras filosóficas y sobre educación y, también, por los muchos líos teológicos y políticos en los que se metió y que le obligaron a abandonar Inglaterra rumbo a los Estados Unidos. En una de sus obras más ambiciosas, Lectures on History and General Policy que data de 1769 a Priestley se le ocurrió dibujar en algo que hoy día llamaríamos infografía toda una visión de la historia del mundo para que el contenido del libro fuera más accesible. Se le ocurrió situar un eje para el tiempo y otro para diversas culturas, es más, contempló el mundo en su totalidad y no sólo a occidente, aunque éste ocupa el lugar más importante. Y, de esta forma, nació algo sorprendente para la época pero que hoy nos parece de lo más normal, a saber, los gráficos cronológicos que sirven para la enseñanza en historia, economía y en tantos otros ámbitos. He aquí esa pequeña maravilla, A New Chart of History, que mantuvo su reinado como representación de la historia humana durante buena parte del siglo XIX (pincha en la imagen para ampliar).

Esta influencia llegó hasta bien entrado el siglo XX, siendo recogida por John B. Spark, un historiador aficionado que pasó años desarrollando su propia historia de 4.000 años “de un vistazo”. El resultado fue tan bueno que la gran editorial de Atlas geográficos Rand McNally lo publicó en 1931. He aquí ese célebre Histomap , que fue reeditado en multitud de ocasiones (pincha en la imagen para ampliar y ver la versión completa).

 

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Suprimida la copia extra del cromosoma que produce el Síndrome de Down by Capitan Tomate

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Científicos de la Universidad de Washington han eliminado con éxito la copia extra del cromosoma 21 en cultivos de células derivadas de una persona con síndrome de Down, una condición en la que las células del cuerpo contienen tres copias en dicho cromosoma, en lugar de la pareja habitual.

Tres ejemplares de cualquier cromosoma es una grave anormalidad genética llamada trisomía. Las trisomías representan casi una cuarta parte de los abortos involuntarios, según el equipo de investigación.

Además del síndrome de Down (trisomía 21), algunas otras trisomías humanas son: el síndrome de Edwards (trisomía 18) o el síndrome de Patau (trisomía 13), con unas tasas de mortalidad en recién nacidos extremadamente altas. En nacidos vivos, el síndrome de Down es la trisomía más frecuente.

El informe, publicado en Cell Stem Cell , describe cómo corregir la trisomía 21 en líneas celulares humanas que crecieron en laboratorio.

 

La eliminación selectiva de una trisomía humana puede significar mucho tanto a nivel clínico como de investigación.

Ciertamente no estamos proponiendo que el método que describimos pueda conducir a un tratamiento para el síndrome de Down. Lo que estamos viendo es la posibilidad de que los científicos médicos podamos crear terapias celulares para algunos de los trastornos que acompañan al síndrome de Down

Dijo el Dr. David W. Russell, profesor de medicina y bioquímica e investigador de alto nivel del estudio.

La formación de trisomías también es un problema en medicina regenerativa con células madre. Russell y su equipo pudieron observar que su enfoque también se podría utilizar para revertir las trisomías no deseadas que se presentan a menudo en la creación de cultivos de células madre.

Descubrir las técnicas exactas para eliminar el cromosoma extra era difícil, pero el equipo trabajó duro para resolver varios retos durante sus primeros intentos en derivar las líneas celulares.

Los investigadores utilizaron un virus adeno-asociado como vehículo para suministrar un gen extraño, llamadoTKNEO, en un punto particular del cromosoma 21. El transgén TKNEO fue elegido debido a su respuesta predicha a la selección positiva y negativa en determinados medios de crecimiento en laboratorio.

Los investigadores de terapia génica han de tener cuidado de que sus planteamientos no causen toxicidad genética. Esto significa, por ejemplo, que la eliminación de un cromosoma no debe romper ni cambiar el código genético restante. Este método no debe hacer eso

Concluye Russell.

Vía | Sciencedaily

 

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